Siento que vivo en una gestión constante y últimamente está empezando a poder conmigo. Son rachas, dicen. Nada viene solo, dicen. Hagamos un ejercicio: cierra los ojos. Bueno no, abre los ojos que tienes que seguir leyendo. Pero relájate. Sí, eso. Relájate.
Imagina que vivimos en un mundo donde la diferencia se potencia. Donde ser distinto es positivo. Donde se potencia la capacidad individual. Donde la gente ayuda. Donde la gente usa su capacidad para complementarla con las distintas capacidades tan maravillosas de los demás. Donde los caseros cuidan a sus inquilinos. Donde los inquilinos están satisfechos con el trato de sus amables caseros. Los dueños de perros recogen las cacas. Los pescadores recogen los hilos de pescar, los anzuelos y las latas. No existe la droga. No se necesita la evasión porque vivimos en harmonía. Las playas están limpias. Los animales son educados desde la libertad y no desde el sufrimiento. Porque al no haber pescadores que dejan anzuelos, ni bolsas, ni latas, ni restos de su momento de paz que acaba con comportamiento egoísta de mierda ni yonkis o borrachos o seres asquerosamente egoístas que dejen resto de sus mierdas sin pensar que pueden perjudicar ya sea a otros humanos, animales o al puto planeta en sí, al no haber ese tipo de gente, el planeta Tierra sigue siendo un lugar seguro, sano y harmónico donde vivir. Imagina que la vida es la felicidad. Vivir es ser afortunado. El espermatozoide que gana la carrera, gana el premio de venir al planeta Tierra. No hay religiones. No existe la pregunta sobre el lugar de nacimiento, porque “he nacido en el planeta Tierra”. Imagina. Uau. Todas las personas con derechos, recursos y valores.
Imagina.
¿Que cómo me siento? ¿A que te ha gustado imaginar? Pues eso. Imagina.